COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
Sobre los modelos de producción sostenibles, la visión internacional y la credibilidad país
En relación al comunicado del Gobierno Nacional ante los informes internacionales que hablan de la responsabilidad en la producción de carne paraguaya, expresamos algunos puntos que consideramos relevantes a lo que hace al desarrollo sostenible en nuestro país. Entendemos que, el comunicado hace alusión a un informe presentado por organizaciones internacionales que realizan un análisis de la relación de cantidad de carne producida con la cantidad de deforestación evaluada.
El primer punto que salta es el término “deforestación”. De acuerdo a nuestra legislación y en particular la reglamentación establecida para los bosques protectores en el Decreto N° 7031/17, en Paraguay se clasifican los distintos casos de remoción de masas boscosas en solo dos categorías. Por ejemplo, se habla de “Tala Irracional” para las áreas que no cuenta con habilitación legal, y “Desmonte” para las áreas que tienen permisos legales. Esta idea de evitar la tala irracional, pero permitir el desmonte fue implantada en el sector como una idea asociada a la sostenibilidad del mismo.
Sin embargo, internacionalmente, en lo que respecta a las Convenciones Internacionales de Biodiversidad y de Cambio Climático, se habla de “deforestación” como cualquier tipo de cambio que implique la remoción de una cobertura boscosa, sea esta legal o ilegal. Esta dicotomía del ámbito nacional e internacional lo hemos advertido desde hace tiempo, en los foros y mesas en que hemos participado, acerca del problema que podría ocasionar, evidenciado en la situación actual. Decirle al productor que no tendrá problemas por haber desmontado sus tierras de forma legal, en realidad es un engaño pues tendrá problemas al internacionalizar su producción.
Un punto importante es que, existen iniciativas que buscan adecuar la producción de carne a estándares sostenibles, lo cual es muy meritorio y se debe reconocer como tal. Por ejemplo, la Mesa Redonda de Carne Sostenible, la Alianza del Pastizal, la Mesa de Finanzas, y productores asociados como la Asociación Agropecuaria de Agua Dulce – APAD y la Colonia NEULAND, entre otras iniciativas y emprendimientos que están trabajando en mejorar su modelo de producción a estándares sostenibles. Ello implica el mantenimiento de reservas forestales incluso por encima del promedio nacional, el mantenimiento de corredores biológicos, áreas protegidas adecuación del paisaje y otras medidas de manejo aceptables.
Sin embargo, existe un problema de fondo; el Plan Nacional de Desarrollo 2030 implica necesariamente la habilitación de extensas áreas naturales al uso agropecuario. Es decir, internacionalmente es visto que el plan se basa en deforestación, aunque se dejen reservas forestales y las demás medidas que están mejorando. Ciertamente existe un problema de imagen, pero ese problema viene por dos motivos: 1) Que necesariamente se necesite habilitar tierras naturales, lo que para el mundo es visto como deforestación; y 2) La falta de credibilidad institucional que tiene nuestro país ante el mundo, por distintos casos de corrupción e incumplimiento, en especial los rankings internacionales de parámetros de legalidad, seguridad jurídica y transparencia en la gestión, donde estamos con muy baja calificación.
La imagen del país no puede depender de estas organizaciones extranjeras o nacionales, o de las ONGs locales que trabajamos en el área. En realidad, depende de lo bien o mal que se haga en el sector y del modelo de desarrollo aplicado. Por ejemplo, mientras en el Chaco se están desarrollando modelos que se pueden postular como sostenibles, en la Región Oriental tenemos el caso opuesto, donde aún con la Ley N° 6.256 que prorroga la deforestación cero hasta 2020, existen casos masivos de tala irracional, incluso a grandes escalas como las 15.000 ha de San Pedro en una sola finca, o las 639.000 ha deforestadas entre el periodo 2005-2018.
Entonces, con estos casos mencionados no se puede decir que no existen problemas, o que vivimos en un país sin deforestación o que toda la producción es sostenible, pues a nivel internacional ven una contradicción. Menos aún, cuando Paraguay califica en los últimos lugares en materia de acceso a la información pública, lavado de dinero y otros aspectos que hacen a la credibilidad institucional.
Sin dudas algunas, Paraguay necesita aún desarrollarse. Somos un país en vías de desarrollo y esto requiere de asumir los impactos propios de ello. En ese sentido, el Gobierno nacional debe demostrar a la comunidad internacional que los modelos que estamos desarrollando se ajustan a criterios de sostenibilidad. Eso se demuestra con investigaciones, con ensayo y error, y corrigiendo lo que se observa para demostrar de una forma convincente lo que puede representar un modelo sostenible. Si vamos a asumir el cambio de uso del suelo a actividades agropecuarias como puntal del desarrollo, debemos demostrar que aun así nuestros modelos son sostenibles. Ello implica premiar a quienes hacen bien las cosas y castigar a quienes no lo hacen, y generar modelos que aún con habilitación de tierras, mantengan la sostenibilidad ambiental y social, que implica el respeto por los territorios de pueblos indígenas, corredores biológicos y bioculturales, asegurando la socioeconomía local, logrando comercios justos y equitativos. Los sistemas productivos sostenibles deben ser demostrables y convincentes y debe generar ganancias económicas, así como ganancias ambientales y ganancias sociales.
Como organización conservacionista que apunta al desarrollo sostenible, según nuestra misión y nuestra visión, creemos que sí es posible lograr dichos modelos, basados en la toma de decisiones sobre la base del conocimiento científico y empíricamente demostrado. Pero también apelamos a castigar a quienes cometen abusos y delitos ambientales como una necesidad urgente.
También se necesita replantear nuestros modelos de desarrollo, ¿Realmente hace falta más aperturas de campos o mejorar la capacidad productiva de los ya existentes? ¿Podemos apostar a modelos basados en conservación de naturaleza como base de desarrollo? Recordemos que, no hace mucho Paraguay recibió 54 millones de dólares en concepto de pago por resultados justamente por su política de conservación de bosques. Esperamos que esos recursos apunten a incentivar a los propietarios y actividades que resguardan los bosques.
En conclusión, estamos convencidos de que nuestro país está en una posición envidiable para justificar una producción de alimentos premium, bajo estándares de sostenibilidad reconocidos. Para ello se debe sincerar y admitir que tenemos un desafío: demostrar cabalmente que nuestros modelos son sostenibles. Ello implica mejorar la imagen, lo que se logra aplicando justicia, penalizando a los infractores y estableciendo medidas adecuadas en materia de acceso a la información, y anti corrupción en general. También implica amoldarse a los estándares y lenguajes internacionales a fin de hablar el mismo idioma. Los mercados tienen sus exigencias, y no podemos imponer por la fuerza la idea que somos sostenibles, no sin antes cumplir con todo lo expuesto aquí. La única forma es trabajando de una manera multidisciplinaria y multisectorial, entablando diálogos constructivos hacia una misma meta. La disidencia en este diálogo debe aportar mayor riqueza y no constituirse en un obstáculo.
Guyra Paraguay
Asunción, 4 de septiembre del 2020